Así como les cuento, a pesar de que
los riegos en la rinoplastia son mínimos, ya me han realizado dos cirugías de nariz. Hace dos años decidí operarme
por cuestiones estéticas porque era muy ancha para mi rostro. Busqué en Internet
algunos médicos, pero para ser sincera leí muy poco y rápidamente agendé un
turno. Creo que la falta de información fue un error.
Unos
meses después de la operación, la punta de mi nariz estaba caída y comencé a
tener molestias y problemas respiratorios. Esta situación se fue tornando cada
vez peor y llegué a asustarme muchísimo. Una
compañera de trabajo también se había realizado una rinoplastia, pero con otro
especialista y le quedó la nariz perfecta; así que me recomendó al cirujano
plástico que la atendió.
Pedí
una primera consulta con el fin de que me explicara cual era mi situación y
amablemente me indicó varios estudios. Luego me dijo que no era riesgoso ni
complicado lo que me debía hacer para corregir los problemas que tenía. Qué
alivio sentí al escuchar esas palabras. No
sé por qué, pero me sentía segura y confiada en que esta vez la rinoplastia
saldría bien.
El
día de la cirugía de nariz estaba un poco nerviosa, pero creo que es normal
antes de cualquier operación por muy sencilla que sea. Lo último que recuerdo
fue que me dormí y por suerte al despertar todo había terminado. El cirujano plástico me dijo que la rinoplastia
había sido un éxito. Ahora sólo tenía que esperar a que me quitaran todo y ver
el resultado con mis propios ojos.
Pasaron
los días y estaba impaciente por ver mi nueva nariz, pero cuando me
retiraron
las vendas pude respirar perfectamente y, al mirarme en el espejo, mi alegría
fue inmensa porque mi nariz quedó justo como la había imaginado siempre: perfecta
para mi rostro. Estoy muy agradecida con el cirujano plástico por el
maravilloso trabajo que hizo. Hace seis
meses que me realicé la rinoplastia y los resultados están a la vista.